La 29ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) se celebrará en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre de 2024. Este evento reunirá a líderes gubernamentales, empresariales y de la sociedad civil para abordar la crisis climática y buscar soluciones concretas. Un enfoque clave de la COP29 será la financiación, ya que se requieren billones de dólares para que los países reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y protejan vidas y medios de subsistencia de los impactos del cambio climático. Además, la conferencia será un momento crucial para que los países presenten sus planes nacionales de acción climática actualizados bajo el Acuerdo de París, los cuales deben entregarse a principios de 2025.
La elección de Bakú como sede de la COP29 se debe al sistema rotatorio de las cumbres del clima, que alterna entre diferentes regiones del mundo. Este año correspondía a Europa del Este, y Azerbaiyán fue seleccionado como anfitrión del evento.
Azerbaiyán, como país anfitrión, ha manifestado su intención de aumentar su producción de energía renovable y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para 2050. Sin embargo, su economía sigue dependiendo en gran medida del petróleo y gas, lo que plantea desafíos significativos para cumplir con los objetivos climáticos internacionales. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han expresado preocupaciones sobre el historial del país en derechos humanos y la posibilidad de que esto afecte la participación significativa de la sociedad civil en la COP29.
La conferencia también se centrará en la necesidad urgente de aumentar la financiación climática para los países en desarrollo, que son los más afectados por el cambio climático pero que han contribuido menos a su causa. Se espera que se discutan mecanismos innovadores para mejorar el acceso a estos fondos y se busquen soluciones fiscales que faciliten una transición justa hacia economías sostenibles. El establecimiento de un nuevo objetivo cuantificado colectivo en materia de financiación climática podría reorientar flujos de capital hacia inversiones sostenibles, afectando sectores como la energía, la infraestructura y la agricultura.
En la COP29, los mercados de carbono se perfilan como un tema central en la agenda de negociaciones, especialmente en relación con el artículo 6 del Acuerdo de París, que establece las bases para la cooperación internacional en la reducción de emisiones a través del comercio de créditos de carbono. Estos mercados permiten a los países y empresas intercambiar créditos que representan reducciones de emisiones, facilitando así el cumplimiento de sus compromisos climáticos. Sin embargo, la implementación efectiva de estos mecanismos ha enfrentado desafíos significativos en las cumbres anteriores, lo que ha llevado a la necesidad de establecer reglas claras y rigurosas para asegurar que las reducciones de emisiones sean reales y verificables.
La COP29 se considera crucial para avanzar en la creación de un mercado internacional de carbono robusto y bien regulado, lo que podría ser una herramienta clave en la lucha contra el cambio climático. Se espera que las discusiones se centren en cómo mejorar la transparencia y la integridad ambiental de estos mercados, abordando preocupaciones sobre el "greenwashing" y garantizando que los fondos canalizados a través de ellos se utilicen efectivamente para proyectos sostenibles. Además, se busca aumentar la participación del sector privado en estos mercados, lo cual es esencial para movilizar inversiones significativas hacia soluciones climáticas innovadoras.
Otro aspecto importante es el Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG), que se discutirá en la COP29. Este objetivo tiene como meta movilizar financiamiento climático significativo para apoyar a los países en desarrollo, permitiendo así que participen activamente en los mercados de carbono. La integración efectiva de estos mecanismos podría facilitar el acceso a recursos financieros necesarios para implementar tecnologías limpias y adaptarse a los efectos del cambio climático.
Las decisiones tomadas en la COP29 pueden acelerar la transición hacia energías renovables, impactando la demanda de combustibles fósiles y promoviendo inversiones en tecnologías limpias. En la COP28 se acordó que se debía triplicar la capacidad mundial de energías renovables para 2030; la COP29 debe promover un consenso internacional que permita reducir el uso de combustibles fósiles, uno de los principales responsables del cambio climático.
Durante la conferencia, se espera que los países actualicen sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), que son herramientas clave para coordinar la acción climática global. Estas actualizaciones deben reflejar un aumento significativo en los compromisos climáticos, especialmente en lo que respecta a la transición hacia energías renovables y la mejora de la eficiencia energética. La financiación también será un tema crítico; se necesita un aumento sustancial en la inversión para facilitar esta transición, especialmente en países en desarrollo que enfrentan mayores desafíos debido al cambio climático. Además, se abordarán aspectos como la justicia climática, asegurando que las comunidades más vulnerables no solo sean protegidas de los efectos del cambio climático, sino que también tengan acceso a las soluciones energéticas necesarias para su desarrollo. La inclusión de voces diversas, incluyendo comunidades indígenas y locales, será fundamental para garantizar que las decisiones sobre políticas energéticas sean equitativas y efectivas.
Se considera la posibilidad de reformar el sistema financiero internacional, legado de Bretton Woods, para mejorar y expandir el financiamiento global. Esto podría incluir la participación de la inversión privada y la banca comercial en el financiamiento de las inversiones necesarias para materializar las transiciones sociotécnicas. Este enfoque surge de la necesidad de alinear la financiación climática con las crecientes demandas de los países en desarrollo, que requieren un acceso más efectivo a recursos financieros para abordar el cambio climático. Se espera que se discutan mecanismos para implementar el Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG), que busca movilizar al menos 100 mil millones de dólares anuales, aunque las necesidades reales podrían ascender a unos 2 billones de dólares anuales para 2030 en economías emergentes y en desarrollo.
Uno de los aspectos clave será la gobernanza económica mundial, donde se buscará reformar instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial para aumentar la representación y voz de los países en desarrollo. Esto incluye actualizar las fórmulas para calcular las cuotas del FMI y mejorar la transparencia y la toma de decisiones dentro de estas instituciones. También se explorarán alternativas para aliviar la deuda soberana y crear redes de seguridad financiera que permitan a los países vulnerables acceder a financiamiento sin condiciones restrictivas.
Además, se abordará la importancia de integrar al sector privado en el financiamiento climático. La participación del capital privado es esencial para desbloquear fondos necesarios y fomentar inversiones sostenibles. Sin embargo, muchos planes actuales asumen un comportamiento del capital privado que no siempre se ha cumplido, lo que pone en evidencia la necesidad de establecer condiciones claras que incentiven su participación.
En la COP29, se anticipa la presentación de diversas innovaciones tecnológicas que podrían desempeñar un papel crucial en la lucha contra el cambio climático. Estas tecnologías abarcan desde soluciones energéticas hasta herramientas digitales, cada una contribuyendo a la sostenibilidad y la eficiencia en la gestión de recursos. Una de las innovaciones destacadas es el uso de inteligencia artificial y Big Data para mejorar la previsión y gestión de recursos energéticos renovables. Empresas como Xcel Energy han desarrollado software que procesa datos de satélites y estaciones meteorológicas para ofrecer pronósticos precisos sobre la producción de energía solar y eólica. Esto ayuda a mitigar el problema de la intermitencia, permitiendo un uso más eficiente de estas fuentes renovables y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles
Otra tecnología prometedora es el desarrollo de aerogeneradores flotantes, que permiten aprovechar los vientos en aguas más profundas, donde las condiciones son más favorables. Esta tecnología está ganando impulso en regiones como el Mar del Norte y se espera que se expanda a otros países, como Australia y Corea del Sur, lo que podría aumentar significativamente la capacidad de generación eólica. Además, se presentarán iniciativas relacionadas con la digitalización y su impacto en la acción climática. Por primera vez, habrá un día oficial dedicado a la digitalización en la COP29, donde se discutirán cómo las tecnologías digitales pueden ayudar a reducir las huellas de carbono y aumentar la resiliencia climática. La iniciativa "Acción Digital Verde" busca promover una digitalización respetuosa con el clima, fomentando la inclusión digital y garantizando que los países más vulnerables tengan acceso a estas tecnologías
También se espera que se discutan avances en baterías de flujo con moléculas orgánicas, que prometen almacenar energía eléctrica a bajo costo y con períodos de funcionamiento prolongados. Esta tecnología podría ser fundamental para integrar más energía renovable en las redes eléctricas. Las baterías de ion de litio recargables jugarán un papel fundamental en la COP29, especialmente en el contexto de la transición hacia energías más limpias y sostenibles. Estas baterías son esenciales para el almacenamiento de energía, lo que es crucial para integrar fuentes renovables intermitentes como la solar y la eólica en las redes eléctricas. Su alta densidad de energía, eficiencia y vida útil prolongada las convierte en una opción preferida para diversas aplicaciones, desde vehículos eléctricos hasta sistemas de almacenamiento energético a gran escala.
Uno de los aspectos más destacados de las baterías de ion de litio es su capacidad para mejorar la flexibilidad y resiliencia de las redes eléctricas. Al permitir el almacenamiento y despacho eficiente de energía, estas baterías ayudan a mitigar los problemas asociados con la intermitencia de las fuentes renovables. Esto es especialmente relevante en el contexto del aumento de la demanda energética y la necesidad de reducir las emisiones de carbono. La eliminación de baterías de ion de litio al final de su vida útil es un proceso crítico que implica varias etapas para asegurar un manejo adecuado y minimizar el impacto ambiental. Primero, las baterías usadas son recolectadas y transportadas a instalaciones de reciclaje especializadas, evitando que terminen en vertederos donde podrían liberar sustancias tóxicas. En estas instalaciones, se examinan para determinar si son aptas para un segundo uso o si deben ser recicladas completamente. El proceso de reciclaje puede llevarse a cabo mediante métodos como la pirometalurgia, que recupera metales a través de fundición, o la hidrometalurgia, que utiliza soluciones químicas para extraer materiales valiosos como cobalto, níquel y litio. Además, muchas baterías aún conservan entre el 70% y el 80% de su capacidad original y pueden ser reutilizadas en aplicaciones menos exigentes, como sistemas de almacenamiento energético estacionario. Sin embargo, el reciclaje enfrenta desafíos como altos costos económicos y la diversidad tecnológica entre diferentes tipos de baterías. A medida que avanza la tecnología, se están desarrollando métodos más eficientes y sostenibles para mejorar el reciclaje y reducir costos.
La efectividad de la COP29 en aumentar la financiación climática es un tema crucial y de gran interés. Esta conferencia, que ha sido apodada la "COP de las finanzas", se centra en establecer un Nuevo Objetivo Cuantitativo Colectivo (NCQG) para la financiación climática, buscando reemplazar el compromiso anterior de 100 mil millones de dólares anuales. La necesidad de un aumento significativo en la financiación es urgente, ya que muchos países en desarrollo enfrentan desafíos graves debido a los efectos del cambio climático. Las expectativas son altas, y se espera que los nuevos objetivos puedan alcanzar entre 500 mil millones y más de un billón de dólares anuales para 2025 y 2030.Sin embargo, uno de los mayores desafíos será asegurar compromisos vinculantes por parte de los países desarrollados, que históricamente han sido los principales emisores de gases de efecto invernadero. La falta de cumplimiento con promesas anteriores ha generado desconfianza entre las naciones en desarrollo.
Además, se espera que la cumbre fomente una mayor participación del sector privado y explore instrumentos financieros no basados en deuda para asegurar condiciones favorables para los países en desarrollo. La implementación efectiva del NCQG y la creación de un marco financiero robusto son esenciales para garantizar que los fondos se utilicen adecuadamente y que se logren avances significativos en mitigación y adaptación al cambio climático. Así, la COP29 representa una oportunidad crítica para redefinir el enfoque global hacia la financiación climática y establecer un camino claro hacia un futuro más sostenible.
Además, es esencial considerar el papel del sector privado en la movilización de recursos. La participación del capital privado puede ser un factor determinante para alcanzar los objetivos financieros, pero muchas veces las expectativas sobre su comportamiento no se han cumplido. Por ello, se deben establecer condiciones favorables que incentiven a las empresas a invertir en soluciones climáticas. En resumen, las medidas tomadas en los últimos años tienen beneficios reales, pero su impacto positivo se ve moderado por retos importantes. Para que la COP29 logre un cambio significativo, deberá reforzar los compromisos globales, aumentar la financiación y asegurar que los beneficios de las políticas climáticas lleguen a todas las partes de la economía mundial de manera equitativa y sostenible.